La depresión constituye hoy en día un problema de salud con graves repercusiones para el paciente, sus familiares y la sociedad en general. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el año 2022 la depresión será la principal causa de discapacidad en todo el mundo, sólo superada por las enfermedades cardiovasculares.
La depresión es una enfermedad caracterizada fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del pensamiento, del grado de actividad y de la conducta. Aparece más en mujeres y puede darse a cualquier edad de la vida. A veces está en primer plano la dificultad para disfrutar de las cosas, la apatía o la falta de energía.
Salvo en casos asociados a enfermedades somáticas, la depresión se produce generalmente por la interacción de unos determinados factores biológicos con factores psicosociales y de personalidad que configuran la vulnerabilidad individual a padecer la enfermedad. En muchos casos se detecta un factor generador de estrés (pérdida de un ser querido, revés profesional, problemas económicos) relacionado con el inicio del cuadro clínico. Pero otras veces no existe y se atribuye más bien a causas endógenas, a factores individuales.
Debemos sospechar una depresión si los síntomas que se presentan persisten, al menos, dos semanas y la incapacidad que generan afecta al normal funcionamiento de la persona. En ese caso, debe acudirse a la consulta, dónde se le prescribirá el tratamiento más adecuado, habitualmente compuesto de fármacos y psicoterapia. En casos de depresión resistente se ha demostrado eficaces otros tratamientos como la Terapia electroconvulsiva, y más recientemente, la Estimulación cerebral profunda y la Estimulación magnética transcraneal.
El tratamiento con psicofármacos y/o psicoterapia, consiguen, en la mayoría de los casos, aliviar parcialmente o en su totalidad los síntomas. Algunas personas tienen un único episodio depresivo en su vida. Otros tienen varios episodios de depresión, en cuyo caso no solo es importante tratar bien el episodio de enfermedad sino prevenir las recurrencias, donde la farmacoterapia combinada con psicoterapia aporta también los mejores resultados. Un 15% de los pacientes con depresión evolucionan a la cronicidad.
Por último, parece oportuno señalar que existen distintos tipos de enfermedad depresiva según vemos en la clínica diaria. Las modernas clasificaciones nos hablan de depresión mayor (Diagnostic and Statistical Manual, DSM) o episodio depresivo (Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE), trastorno depresivo recurrente, distimia, trastorno adaptativo tipo reacción depresiva, para las formas unipolares; y en el caso de las formas bipolares de la enfermedad depresiva se habla del trastorno bipolar episodio depresivo o la ciclotimia. Existen también formas subsindrómicas o depresión menor, o estados sintomáticos, asociados o no a otras enfermedades, que pueden considerarse subdepresivos o predepresivos. En todos los casos la enfermedad depresiva es un reto al que buscar solución con el mejor tratamiento disponible.